miércoles, 25 de septiembre de 2013

Como la espuma: paro y corrupción

Como la espuma. Sube como la espuma. El paro y los casos de corrupción. España está podrida. Me entran ganas de poner a parir a Rajoy, pero no es el caso.

El caso es que millones de familias españolas tienen a alguien en el paro, o le han reducido el sueldo y la jornada laboral, le han quitado la ayuda de dependencia, o un hijo hiperformado ha emigrado al extranjero a encontrar el puesto de trabajo que aquí se le niega. Mientras, el recibo de la luz es prácticamente un atraco a mano armada y tienes que hipotecar tu coche para poder echarle gasolina y ya empieza a ser más barato beber Solán de Cabras que abrir el grifo de agua corriente. Si faltas al trabajo por enfermedad, además de cobrar menos, los medicamentos te saldrán más caros. Y a la desgracia de tener una enfermedad larga se le une el ser un motivo objetivo de despido procedente.

Mientras, la clase política no hace nada por renovarse, y deja que la podredumbre se siga cebando con ellos -pobrecitos- agarrados (pegados) al duro banco (no, sillón), desde el último concejal del último pueblo perdido allá en la lejanía de la España más profunda, hasta el jefe de gobierno en la Moncloa, pasando antes por la Zarzuela, sin olvidarnos de la carrera de San Jerónimo ni del Senado, perdido cerca de una iglesia muy famosa, para tranquilidad y gloria de los señores y señoras senadores.

No hay manera. El paro sigue aumentando (¿todavía es culpa de ZP? ¿A partir de qué momento será culpa de Rajoy, el año que viene, o cuando empiece a disminuir?) porque las empresas no tienen a quién vender lo que producen, no hay nadie que pueda comprar, no tiene dinero, está en el paro. Vaya lío. Esto hay que desliarlo. Lo malo es que venga alguien a hacerlo violentamente, con un lanzallamas o algo así. Que no está el horno para bollos, mire usted.

Muchos creen que se equivocaron al votar a ZP. Ahora también hay muchos que creen que se equivocaron al votar a Rajoy. Y muchos más que piensan que ningún partido tiene a nadie con el sentido común suficiente como para sacarnos de este atolladero. No hay salida. Y esto es malo. El sentirse acorralado no es bueno.

Es que el paro tiene que bajar. Y la corrupción. O sea, millones de personas tienen que volver a encontrar un puesto de trabajo y unos pocos de miles deben ir a la cárcel, devolviendo antes lo que han robado, más intereses.

Siendo optimistas: creo que esto no tiene arreglo, no señor.

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