miércoles, 29 de octubre de 2008

Santiago

Jerez, el pueblo donde vivo -y donde nací, pero eso es algo meramente circunstancial, como le ocurre a todo el mundo- tiene cientos de enclaves donde los monumentos y los edificios singulares hacen que merezca la pena recorrerlos tranquilamente y fijarse en la multitud de detalles que hacen merecer esa singularidad. Si tienes una máquina de fotos a mano -en mi caso, bastante probable- probar a tirar unas cuantas, a ver si eres capaz de plasmar, al menos en parte, las sensaciones que te hacen disfrutar del momento.

Es realmente complicado para un aficionado como yo, encontrar un ángulo apropiado donde no te moleste el entorno que "desentona" con el objeto de tu atención. Aunque lo conozco superficialmente, no me he leido el PGOU de Jerez. Espero que éste contemple el poder preservar la estética de la ciudad (la que merezca la pena, evidentemente). Es muy importante que el PGOU refleje el desarrollo urbanístico a largo plazo. Pero también lo es preservar el paisaje urbano de futuras agresiones, dejando que se puedan disfrutar de los monumentos en la distancia, que éstos realmente puedan formar parte de la línea del horizonte, del perfil, del "sky line" de la ciudad. Muchos monumentos de nuestra ciudad están "tapados" por edificaciones de más que dudoso gusto.

Decimos muchas veces: "He disfrutado esta tarde de un paseo estupendo". Cuando nos referimos a pasear damos por supuesto, de entrada, que lo hacemos andando. Desafortunadamente, eso cada vez es más difícil en Jerez. Y principalmente por culpa de conductores incivilizados que piensan que la ciudad es suya, que pueden usar y abusar de ella a su antojo.


Aquí va otro botón de muestra, foto tomada la misma tarde en que hice las de Santiago. ¿Sobran las palabras? Pues no para mí. Ya me imagino al conductor diciendo: "¡sólo es un momento, y además no hay aparcamiento!". Se aprecia poco en la imagen pero el luminoso justo encima del coche dice "libre" al lado una magnífica P mayúscula, indicando como todos sabemos que hay aparcamiento público. Claro, que es de pago pero, ¿es que el coche le ha salido gratis? ¿Y se le habrá ocurrido alguna vez a este conductor (no sé por qué, me imagino que es masculino) que podría haber venido andando a hacer lo que tuviera que hacer aquí, o tomar el autobús o el taxi?


domingo, 26 de octubre de 2008

Un paseo por Cádiz


El día acompañaba, pues aunque corría una fresca brisa por la mañana, al sol sentías cómo sus rayos te reconfortaban. A medida que sobrepasábamos el mediodía, ya preferíamos vernos protegidos por la sombra de los árboles.


Fuimos a ver una exposición de Sorolla y sus contemporáneos, en el Museo del Castillo de Santa Catalina, enclave magníficamente recuperado de lo que anteriormente fue una cárcel militar: salas multimedia, talleres de artesanía, y salas de exposiciones, además de una ubicación geográfica envidiable, hacen que este lugar sea visita obligada para locales y foráneos. Y si a esto añadimos su cercanía al famoso barrio de la Viña, donde pudimos elegir entre un gran número de bares y mesones, la jornada terminó redonda, disfrutando también de la agradable bulla (que no ruido) de las terrazas.



El mar siempre da una luz muy especial, la misma que Sorolla plasmó como nadie en sus cuadros de playas mediterráneas. La exposición presenta algunos de ellos, procedentes del Museo de Arte de La Habana. Y Cádiz tiene esa luz. La Caleta, desde hace ya un tiempo recuperado su elegante porte, marca todo este espacio de un bellísimo y cegador blanco.

Da gusto pasear por esta zona de Cádiz. Desde la Alameda de Apodaca hasta la Caleta (o hasta la Catedral). El mar, siempre infinito a un lado, y el Cádiz histórico y popular al otro. ¿Un pero? Pues, como siempre, el tráfico, que lo estropea todo. En esta ocasión, un sábado por la mañana, menos agresivo que otros días.

lunes, 20 de octubre de 2008

Una ciudad sin señales

En el año 2006 la DGT (Dirección General de Tráfico) publicó en su revista ejemplo holandés de supresión de señales de tráfico en las ciudades, en zonas con velocidad máxima de 30 km/h.

Merece la pena recordarlo. Podríamos tomar algún ejemplo, ¿no?

Pincha aquí para ver el artículo

Y aquí leer sobre la ciudad de Drachten en Wikipedia (en inglés)

viernes, 17 de octubre de 2008

Una de mis 1000 y una canciones favoritas

Sin lugar a dudas, esta canción de Don McLean, American Pie, marcó un hito en los 70. Sigue coleando, y mucho. En el vídeo se da un punto de vista, a mi entender bastante acertado, de su significado. Que lo disfrutes.

jueves, 16 de octubre de 2008

A 10 por hora


Las señales de tráfico intentan -y en la mayoría de los casos lo consiguen- enviar un mensaje de advertencia, de prohibición, etc., según los casos. Colocadas para dar mayor fluidez y evitar peligros a conductores y peatones. En fin, para regular, para poner orden en un sistema tendente al caos, como es el circulatorio.


En ciudades con calles estrechas -no fueron diseñadas para el tráfico rodado, porque su existencia es muy anterior a la de los automóviles- con toda lógica no se le puede dar la preferencia al vehículo (como ocurre en la mayoría de los casos) sino, y como muy bien expresa la señal, a los peatones. Se trata de calles que miden alrededor de tres metros de anchura, a las que se les suprimen las aceras para facilitar el paso de los coches.


Por tanto lo menos que se les puede pedir a los conductores que van por estas calles es que se lean las señales y hagan caso a sus indicaciones. En calles estrechas, con viviendas pegadas a los bordes de la calzada, el peatón tiene preferencia, y la velocidad máxima es de 10 Km/hora. ¿A que la señal nos proporciona mucha información? Pues hagámosle caso. Hablamos de preservar la vida de las personas.


domingo, 12 de octubre de 2008

La función de las aceras


Me tengo que tomar un café, o ir a hacer una rápida "gestión" o lo que sea... En cualquier caso, tengo muy claro que no debo interrumpir el tráfico rodado, bajo ningún concepto, que eso me lo marcaron a fuego en la academia. Además, la gente se empeña en no dejarme un hueco para poder aparcar.

Así que no tengo otro remedio que ocupar un poquito la acera. Total, el peatón siempre podrá coger por otro sitio. Para cuatro gatos que van andando por la calle, ya podían quitar unos cuantos metros de acera y crear más aparcamientos, ¡leñe!

Ahora que caigo, nunca me ha dado por venir al centro en autobús o andando. Al fin y al cabo el día que me quedé sin batería y fui al banco dando un paseo desde casa, no tardé más de veinte o veinticinco minutos en hacerlo. Además no contamino, me ahorro un buen dinero en gasolina y, lo que es más importante, gano en salud y en tranquilidad. Y si me canso, siempre podré tomar a la vuelta el bus o el taxi, digo yo... Claro que para hacer esto necesito las aceras, pero libres de obstáculos, ¿no?

¿Por dónde paso?


Habría que pagar para ver cómo los "técnicos" en urbanismo planifican y deciden la colocación de las cosas en las calles.
Voy con el carrito de la compra, o paseando a mi hijo de 6 meses en su carrito o acompañando a mi abuela en su silla de ruedas. Y me surge la duda, ¿a Granada o a Sevilla? Gran dilema.

viernes, 10 de octubre de 2008

Un paso de cebra muy traicionero


Se habla de habilitar carril bici por toda la ciudad, de hacer proyectos para implantar o retomar el tranvía como transporte público no contaminante. Los automóviles tienen su camino preparado, su "carril" para llegar rápida y confortablemente a todos los rincones. Y todo eso está muy bien, por supuesto. Pero, ¿Existe el carril-peatón que facilite el tránsito de las personas por todas las calles y este camino se respete? Evidentemente, no es así. Y hay multitud de ejemplos para demostrarlo. Por ahora, con un botón basta. Pero la botonera es muy amplia, y tengo que exponerla, poco a poco.

Puedes ver en la foto que el paso de cebra pintado en la calzada no coincide con el borde de la acera rebajado que para facilitar el acceso a la misma. Una farola estupendamente colocada en la mitad de una acera que, si nos fijamos bien, no llega a medir un metro de ancho. Menos mal que la pobre farola no está sola: una pocetilla estratégicamente colocada para romper tacones, perder llaves y atascar las ruedas de los carritos. La monotonía del supuesto suelo antideslizante es interrumpida por un registro de tapa metálica. En caso de lluvia se convertirá en una trampa para provocar resbalones ¡Seguro que la calzada -de dos carriles- cumple la norma exigida! Pero amigos, la acera, evidentemente, no.